9 de febrero de 2017

El noviciado de Salamanca acoge el encuentro nacional de formadores y responsables del ECYD

Un total de 86 chicos y chicas de Madrid, Valencia, Sevilla, Barcelona y Salamanca, han participado en el encuentro de responsables formadores del ECYD que ha tenido lugar en la sede del noviciado de Salamanca este fin de semana. La mayoría de los responsables son de bachillerato, pero también había alguno de 4º de ESO y algún universitario. La reunión, que se organiza anualmente, estuvo dirigida en esta ocasión por el P. José Ignacio de la Barreda, L.C., y Mariana Ledesma, directores del ECYD masculino y femenino, respectivamente, de Highlands El Encinar.

El P. José Ignacio ha hablado con LomásRC para explicar los dos grandes objetivos del encuentro: “Por un lado, crecer en la propia formación del responsable del ECYD, principalmente por medio de la experiencia y los testimonios de otros jóvenes como ellos o de algunos más mayores y que ahora son colaboradores, consagradas o legionarios”. Y el padre anota un segundo objetivo: “La convivencia con otros que están en la misma misión, con las mismas dificultades, con las mismas ilusiones de forma que pudieran compartir también estas experiencias y motivarse entre todos”.




Los responsables del ECYD

Una primera aclaración: le pedimos al P. José Ignacio que nos explique qué es un formador del ECYD, y nos responde que “es un joven del Regnum Christi, cercano al Movimiento, o un miembro de 4ª etapa de ECYD”. Éste joven tiene un equipo de niños o adolescentes, y “su misión es acompañarlos en su crecimiento personal, pero también en el seguimiento de Cristo y en la integración con el ECYD”.

Pero, claro, nos explica también que este responsable formador “debe distinguirse por tener un liderazgo humano y cristiano, y sobre todo aportar a los más pequeños un testimonio de vida”. De aquí surge la necesidad de su formación con fines de semana como este que se acaba de tener en Salamanca.


El encuentro con los novicios: un descubrimiento mutuo
Los chicos y chicas asistentes participaron en tres momentos destacados: el encuentro con los novicios, los bloques formativos y el SolNight en la iglesia de san Martín, en el centro de Salamanca.

Con los novicios se compartió la misa, comida y, sobre todo, un encuentro el sábado por la tarde. El P. de la Barreda, acerca de este encuentro, nos explica que fue “muy natural y muy normal. Los novicios dieron a conocer su vida, su vocación y su misión, pero en de clave familia. Una familia en la que todos tienen una responsabilidad: los novicios rezando, los responsables del ECYD dedicando su tiempo a los niños y adolescentes, los sacerdotes con su ministerio, las consagradas con su trabajo, los colaboradores dando un año…”.

El encuentro fue enriquecedor para todos: “Los novicios salieron entusiasmados de descubrir este grupo de responsables del ECYD y de todo el trabajo que desarrollan allí fuera”, cuenta. Los hermanos, por su parte, pudieron aportar su testimonio, cómo fue su llamada, cómo viven en el seminario, etc. “Hay que tener en cuenta que son chicos de su edad”, advierte el padre, por lo que en el diálogo que surgió entre todos ellos se descubrieron mutuamente de una forma mucho más cercana y en confianza. El diálogo estuvo amenizado con algunas canciones que cantaron los propios religiosos.


Análisis de los cinco elementos de la vida del ECYD
En cuanto a la formación, el P. De la Barreda destaca su organización totalmente dinámica: testimonios, el enfoque a la vida diaria de los chicos y las chicas, la oportunidad de interactuar entre ellos, etc. Se trataron varios temas, pero destacaron principalmente los talleres sobre los cinco elementos principales de la vida del ECYD: la vida de oración y sacramental, la vida de equipo, la formación, el acompañamiento y el apostolado.

El tercer momento fundamental del fin de semana fue el Solnight que organizaron en la parroquia de san Martín, cerca de la Plaza Mayor. Allí siguiendo la metodología propia de esta actividad, los organizadores y las personas que invitaban a pasar al templo pudieron disfrutar de un rato ante el Santísimo y confesarse si querían con alguno de los cinco sacerdotes que tenían a su disposición. El P. José Ignacio concluye convencido: “Seguro que hubo milagros en el confesionario”.

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